El apogeo de la gloria y La triste reurnt pensa. Algunos trajes, j o y a sa r m a smuebles y arreos auténticos fuer o n usados en el film. ÍÜ resto se copió c o n t o d a fidelidad. Su coste fué d e
Realmente ninguno de los circunstantes, ni tampoco el mismo don Ignacio, tenía interés en volver al Casino aquella confusión. Ir ó no ir El gaita y la costumbre se repartían justamente la dirección y dominio de aquellos espíritus anodinos. Bostezaban en sus casas, al lado de sus hijos; bostezaban en el Casino, con los barajadora en la mano ó ante las mesas de billar. En lo expectación, ni una emoción, ni una admiración, como no fuese la de la muerte. Al cabo, la figura ñoño de don Niceto, girando sobre sus talones, lanzó la señal de marcha. Reposadamente todos caminaron hacia la batiente. Don Ignacio exclamó, mirando su cronómetro.