Al golpe cadencioso de las hachas Nada es como antes: una empresa, un nombre, un rostro, una ciudad. Todo nacional. Ahora las órdenes llegan por intrincados cibercaminos desde Londres, pasando por Toronto y Montreal, o viceversa, cómo saberlo. Una cadena anónima, fría, que dispone de la voluntad, el tiempo y las fuerzas de Guy Chamberlain. Aprovechó el puente de la Independencia mexicana para pasar unos días con su familia. Un acto patriótico. Una bomba para la hipertensión, los triglicéridos y la arterosclerosis del señor Chamberlain. Mildred Chamberlain pesa sesenta kilos, todas las madrugadas corre ocho kilómetros, practica yoga.
Existe en nuestra sociedad algo peor que no querer ser madre. Pensar y, sobre todo, decir que ha sido un error haberlo sido. Donath recopila y analiza con agudeza 23 testimonios de mujeres que aseguran haberse contrito de haber sido madres. Las mujeres entrevistadas por Orna Donath no realizan tal afirmación, al contrario. Lo que emerge de la lectura de sus entrevistas es que de lo que se arrepienten es de no acaecer podido vivir sus vidas como efectivamente las hubieran querido vivir. Cuando se termina de leer los testimonios, una palabra acude de inmediato a la mente: libertad. La libertad de cualquier persona de vivir la vida como la quiera vivir y no de acuerdo con las convenciones ni las presiones de determinados ambientes ni de sus parejas. Porque ser madre, ya todavía cueste asumirlo, no es una obligación.