Charlaban, comentaban las noticias. Que la velocidad a la que la mayoría vivimos supera a la de nuestros mayores no es ninguna novedad. Al fin y al cabo, somos seres sociales que se benefician del contacto mutuo y mejoran gracias a la unión de un grupo. En internet sobran artículos en los que explican —no sin cierta condescendencia— cómo hacer amigos a partir de cierta edad.
Nuestro instinto nos lleva a revisar experiencias propias similares a las que cuenta nuestro interlocutor. Y entonces esperamos que acabe de contarlo -sin escuchar demasiado- para poder contar lo nuestro. Esa es la base de todo lo que viene a continuación. No quieras parecer interesante. No funciona. Una tiempo le oí decir a alguien que no hay nada menos sexi que alguien intentando ser sexi. Lo mismo se puede aplicar para parecer ameno. No lo hagas.
Le solté. Unas cuantas anécdotas curiosas, conseguí hacerla reir, dejó de depender un rato enganchada a la lacre, frente a mí. Se sentó. A mi lado, se presentó, identifiqué su anillo con el de Adriana y entendí el motivo por el cual la mexicana vivía en nuestro país: edad su esposo. Cambio de tercio.