Casarse y tener una familia parecía ser el mayor trofeo de una mujer en la época de nuestras abuelas. Los tiempos han evolucionado y con ellos la mentalidad femenina. Y claramente no es por falta de hombres interesados, sino por la complejidad que supone encontrar una pareja que sume y no reste a la evolución del desarrollo femenino en todo su potencial. La investigación, desarrollada por varias universidades inglesas, afirma que el hecho de que una mujer pueda presumir de gozar de un gran intelecto, limita, a su vez, las posibilidades que ésta tiene de encontrar el amor. Y como hemos apuntado, se han transmitido unas expectativas y roles que han marcado una capacidad diferenciada de hombres y mujeres que ha posibilitado que las mujeres cuenten con un amplio y variado bagaje de capacidades aprendidas para desenvolverse con mayor éxito por sí mismas. Para las mujeres, estar casada y tener hijos ya no significa éxito social, como podía suceder hace varias décadas. El matrimonio dejó de ser la meta y la condición fundamental para ser alguien en la vida. Ahora las mujeres tienen sus empleos, sus profesiones y grandes posibilidades de progresar en sus carreras. Así, la mayoría tiene miedo de quedar encerradas en una relación tradicional y que limite su potencial desarrollo.
Sin embargo, se ha dicho bastante poco sobre los recursos retóricos de este discurso de seducción, el cual se erige, principalmente, sobre el eximio manejo de los opuestos y la amaño de conceptos o juicios enraizados en la mente de la sociedad de ese siglo. El lenguaje de Don Juan no sólo cautiva por ser inefable, sino por estar finamente bastidor con palabras que disparan como dardos, directo al blanco. De esta manera, cada expresión oral de Don Juan, deviene en una coreografía elocutiva perfectamente elaborada. Don Juan seduce a las cuatro mujeres de la acción de modos diferentes. La engaña aprovechando la oscuridad. La borrosidad es cómplice de la debilidad de Isabel, ya que incluso si Don Juan no la hubiera engañado, ella habría estamento —voluntariamente— con un hombre antiguamente de casarse. Don Juan no escapa al ser descubierto su engaño porque sabe que tiene el apoyo de su nobleza. El encuentro con Tisbea ocurre a las orillas del océano. Es ella quien lo recibe luego de que él y Catalinón escaparan de las furias del mar.
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